
Por belleza designaré lo que parece completo. Lo incompleto o lo mutilado es totalmente feo. La Venus de Milo. Un niño la encontraría fea. Si un espíritu puro la imagina completa, se convertirá en hermosa. Charles Fort.
Ari nació y creció en Israel. Unas vacaciones lo trajeron a la Argentina, a Buenos Aires, a Palermo, a una chica que ahora lo obsesiona. Conoció a M. en un bar del Soho y se enamoró a primera vista. Al menos, eso es lo que nos cuenta, con su rudimentario español.
Cuando hablamos una lengua extranjera, no sólo nuestro discurso es simple; también nuestro pensamiento lo es. Ari no pone en palabras lo que piensa, elige las palabras que conoce y las reune para armar una oración. La idea viene después.
Decide quedarse en Argentina y estudiar español. M., indiferente al amor del israelí, desconoce su empresa, todo lo que Ari hará para “merecerla”. Compone una canción y pide a sus conocidos argentinos una traducción al castellano. La canta como le sale, sigue estudiando, deambula por la ciudad. Un día se entera de que M. estudia en la Facultad de Filosofía y Letras. Abandona sus actividades diarias y se acomoda en el hall del edificio de la calle Puán. Todos los días canta su canción, esperando que pase y lo vea. Inverosímil, hollywoodense, sí, pero sucede. Vayan y vean. Y no es raro que esto ocurra como en el cine: el cine estuvo primero y sus narrativas dirigen mucho de lo que hacemos. Ya saben, la vida imita al arte, etc.
Pero la búsqueda de la Amada es más antigua. Esa persona, única, con la que estamos destinados a fundirnos. Hablamos del alma gemela o, entre criollos, la media naranja. No buscamos a la Amada como algo nuevo, que algo que no tenemos y que podremos alcanzar algún día. La añoramos como algo que tuvimos y nos han arrancado. Somos discontinuos, decía Bataille, estamos solos, pero “nos queda la nostalgia de la continuidad perdida”. El recuerdo atávico de un ser que alguna vez fuimos y queremos desesperadamente volver a ser.
Esa semana, los estudiantes de Filosofía y Letras tomaron la sede, exigiendo mayor presupuesto para la Facultad. Cientos de estudiantes, reunidos en asamblea, decidieron tomar el edificio, clausurar las aulas, salir a manifestarse. Ahora cortan calles con pupitres y dictan clases sobre el asfalto. Ari está ahí. Hizo amigos, les contó su historia y se mueve con ellos. Aún no ha visto a M., pero la postergación lo ennoblece. No es importante que la encuentre, me parece, sino que la siga buscando.
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