Histrionismo Mundial

por Martín Mollica

A veces se escuchan expresiones que no se piden ni se necesitan. Hay palabras... palabras como “bajeza”, “alteza”, "normal"... son palabras que no me gustan. Hablan pero no dicen. No le hacen mella a la impermanencia de los conceptos... la relatividad de absolutamente todo.

Las palabras, de alguna manera u otra, salen de nuestras mentes, y construyen nuestras identidades. Ricoeur hablaba de eso, y yo siempre intento tenerlo presente… Las personas mueren con esas palabras. El pez, por la boca, muere. A mí me preocupa eso. Si soy lo que digo, y no digo nada...

Las motivaciones pueden no ser auténticas, y las razones pueden esconderse. Se pueden hacer despliegues emocionales, y no saber que eran más lenguaje que verdad. Las palabras son cáscaras enteras, no tienen peso. ¿Quién se conoce, si dependemos de ellas? No puedo decir qué soy, si lo digo primero y después intento hacerle justicia.

Descreo fundamentalmente de las cosas que enuncio al escribir. Cada línea que he escrito en mi vida, no ha sido la verdad. No hay tal cosa. Hay percepciones, hay decisiones comunicativas, fachadas calculadamente precipitadas de mi boca y de mis manos con una verborragia superficial. No somos nada en particular, somos generales.

Podría estar todo el día albergando en sus mentes la idea de que soy un romántico, de que soy un desapegado, de que soy, de que no… Pero lo importante es que uno no es el mismo día tras día. No hay una cosmovisión rígida, no hay una manera de ser, sino persuasiones momentáneas, disposiciones raramente inamovibles, apenas sujetas en mi alma para afrontar la dura realidad. Me gustan las naranjas, me gustan, sí.

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