La Tiranía de las Frondas

por Martín Mollica

Lechuga, rúcula, y también el berro; sin pena ni gloria, el berro… No me hubiera acordado de él, no.

No somos más que vibraciones, amor mío, energías sutiles que vibran en concentricidad. La espesura de los años (que me hace conocer) la tiranía de las frondas de nuestras mentes… Acaso tan complejas... tan complejas nuestras mentes.

Lo simple de lo bulboso… ¿Acaso, Thoureau, no soy yo mismo, hojas y moho? La ternura de este corazón de planta, harto en silencioso, profuso en verbal… Mi cuerpo florece con cada palabra tuya, y cada palabra tuya aún refulge. Estoy perdido en tu respirar.

Tu cadencia en declive por la ladera, con una fuente hecha de fruta, e interior de vegetal: una sandía, un melón, el mismo olor. Y dos personas bajando, retozando en el aire al bajar. Extraño ese juego, lo quiero recuperar.

Estamos en una meseta verde, y sostengo tu rostro entre mis manos. Es el sol que te sublima a mis ojos. ¿Por qué desenbocamos en estos lugares? Se apresuran los recuerdos, la soledad y el desfallecimiento… ¿Qué hago con ellos? Entre todo, dependo del viento.

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