Mi Pueblo

por Sofía Conti

Probé el jengibre recién cuando me vine a vivir a Capital. En el Pueblo no hay muchas frutas ni verduras, solamente las más comunes. De hecho, hace muy poco, la nueva cadena de supermercados “La Cooperativa” se jugó por las paltas. Pero allá nadie sabe qué hacer con las paltas, no hay restaurantes mexicanos que avisen que existe el guacamole o los tacos. Y las góndolas terminan por teñirse de un color negro, de palta pasada.

En el Pueblo hay una sola parrilla, “Lo de Peila”, y la confitería de Lalo. Ahí es donde las familias caen, cada tanto, cuando les sobra un mango. Se visten lindos para salir, y siempre que llegan a la mesa, piensan un rato dónde poner la servilleta, mientras Lalo, con su traje de mozo blanco de los 90, se acerca y se les dedica, para que se sientan un poco acogidos por la naturaleza de lo posible.

En el Pueblo se camina un tipo de militancia especial. Para la gente de los suburbios provinciales, militar es entrenar fuerte en la tristeza, en la depresión de pintar las paredes del barrio con la remera de es lo único que nos queda, hermano. Esa depresión sorda que termina siempre pensando que “hay que ponerle el pecho, carajo”. El bajón como el lugar común, a donde todos van a comer.

Lo único que los calma es el consuelo de pensarse en un lugar más tranquilo. Así se apiñan, los desgraciados, en un supuesto lugar de PAZ, para mitigar juntos el recelo que les da haber elegido la opción B. La de ser los de afuera, los olvidados, los que van a morir pronto. Ellos, la desgracia en persona, el sonido del violín hecho gente.

Los muchachos de las botas con barro, viven en la dulce queja. Tiran, varias veces al día, un “la puta” contenido al aire. Se aquietan y se dedican por entero a lo que allá llaman s o b r e v i v i r , y lo dicen así, en amplio, como viviendo una canción de José Luis Perales. Sueñan con ser alguna vez, los criollos de la tierra, los hombres guasos de la Pampa, los grandes dadores de sacrificio, solamente para no verse como eso que eligieron: ser los pobres entregados del fondo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno che, muy bien escrito, me gustó. Te paso una notita que comparte un poco la temática de mirada sobre el lugar natal: http://www.practicadiscursiva.com.ar/2010/11/nosotros-los-bahienses/
    Saludos

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  2. Muy bueno, me gusta eso del cruce entre militancia y pueblo. Gracias, cheap

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