Nosotros

por Sofía Conti

Los espárragos me dan idea de rápidez, es lo que cocino con pasta cuando estoy sola, y no quiero caer en esa de comer rápido y mal. Mi vida puede definirse en esta linea, en la de una actitud fast-food: una vida volcada al accionar rápido, con la única idea de darle batalla al tiempo. Idea que se mantiene arriba, como en un gran un pinball mental, para darle fuerza a la brazada ultima, ahí, cerca del final, donde se escucha ampliado el cantito de muerte que repite: ¨dale, apuráte, dale¨.

Así, los fast luchamos para ser efectivos como los chicos Mc, pero sin insignias doradas en el pecho, ni lágrimas detrás de una freidora. Queremos ser los Guillermos Tells del siglo XXI, por eso leemos a Marx, Althusser y Lacan. Todo, para no pifiar. Vivimos al palo, analizamos, construimos, creamos un gran esperable de vida, y caminamos detrás de él, en filas militares por el camino de la inversión. Los especuladores de la bolsa vital, los creyentes en el plazo fijo de la historia tenemos el comportamiento tenso, el gesto tirante. Estamos alertas por el devenir, y nos preparamos como un caballo de carrera para dejar el casco marcado en la tierra.

Los fast tenemos ansias de triunfo, nos mata la ansiedad por ser eso que queremos en tiempo record. No podemos esperar, no nos sentimos identificados con los niños celestes de la onda slow, esos que serpentean la vida en camara lenta, como viviendo en un cuadro por cuadro. Ellos, los que parecieran tener tres vidas por delante, que leen a Cortazar y piensan que nunca, nunca, Dios nos libre, serían capaces de regalar un reloj a alguien. Porque es así, el tiempo es el tiempo del capital, y para vivir bien no podés saber que te vas a morir. NO.

Pero nosotros nos ponemos el reloj para acordarnos que vamos a morir. No creemos en la mistica Cortazar, y nos levantamos como profetas del tiempo en sentido contrario. El tic tac, la musiquita de fondo que nos mueve para alcanzar eso que queremos. Y así sacamos cuentas, los positivistas de sociales, factoreando la vida con índices y subíndices a la espera de un buen resultado. Y aunque creamos en el azar, pensamos antes en agotar las posibilidades propias, las que tenemos más cerca. Somos, por las dudas, nuestros propios explotadores.

Cada tanto se nos acercan y nos dicen ¨eh, relajá¨, como si ellos fueran ángeles suspendidos en el tiempo, hijos brillantes de Cris Morena. Sonreímos, pero por dentro no nos relajamos un carajo. No podemos, tenemos siempre el nervio atento, en función ON, con la lucecita roja prendida, porque no nos podemos calmar, no, y nos justificamos creyendo que la acumulación cuenta, que todo el historial tiene que servir para algo. Queremos llegar preparados al día en que tengamos que hacer nuestro gran back-up vital, y dejemos, así, de ser los latentes. Pero por ahora vibramos. Por ahora, los espárragos.

2 comentarios:

  1. Es la vida que nos come como a esparragos, rápido y facil. A veces me pregunto si iré con el aderezo correcto. Gran texto!

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